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luna es un lugar ocupado con una gran sobrecarga en sus líneas de comunicación.
Una amplia aparición, con bigote y perilla, enmarcada por la ensortijada melena que
había estado de moda en la generación anterior, apareció en la pantalla del teléfono de
Garver. Unos pequeños ojos de azabache, colocados muy próximos de un enorme
acantilado de nariz, se dilataron.
 ¡Viruela y peste negra!  exclamó Nicholas van Rijn . No quiero hablar con
Hernando Méndez, jefe de la policía de Lunogrado. ¿Qué está haciendo usted aquí? ¿No
hay bastante jaleo en la capital para mantenerle contento?
 Estoy en la capital..., por ahora  dijo Garver . Ordené que cualquier llamada suya
para él se me pasase directamente a mí.
Van Rijn se mostró enfadado.
 ¿Usted es el cabeza de globo que les dijo que Adzel tenía que ser arrestado?
 Ningún oficial de policía honrado dejaría suelto a un criminal de esa especie.
 ¿Quién es usted para llamar a alguien criminal?  soltó Van Rijn . ¡Adzel tiene más
amabilidad humana que ese pestilente humor suyo, maldita sea!
El director del Centro Federal de Seguridad y Ejecución de la Ley contuvo su
respuesta.
 Tenga cuidado con su lengua  dijo . Usted mismo se halla comprometido en esto.
 Nosotros estábamos resolviendo nuestros problemas. Autodefensa. Y, además, fue
una discusión local, no era asunto suyo  Van Rijn hizo un esfuerzo para aparecer
piadoso . Volvíamos, atracamos el yate, Adzel y yo, después de terminar, íbamos
directos como flechas con plumas de cuervo a buscar al jefe Méndez y rellenar unas
quejas. Pero ¿qué pasó? ¡Lo encerraron! ¡Con escolta armada! ¿Por mandato de quién?
 Los míos  dijo Garver . Y, francamente, hubiera dado mucho por incluirle a usted
también, señor  se detuvo, antes de añadir tan tranquilamente como le era posible :
También puedo conseguir lo que necesito para eso en seguida. Voy a ir a Lunogrado y a
encargarme personalmente de investigar este asunto. Considérese avisado. No abandone
el territorio de la Federación. Si lo hace, mi oficina lo considerará como evidencia de
primera clase, suficiente para arrestarle. Quizá no podamos conseguir una extradición de
la Tierra, o de dondequiera que vaya, con un mandamiento de la Comunidad, aunque lo
intentaremos. Pero retendremos todo lo que la Compañía Solar de Especias y Licores
posee aquí, hasta el último litro de vodka. Y Adzel pasará una buena temporada en un
correccional, haga usted lo que haga, señor. Igual que sus cómplices, si se atreven a
ponerse a nuestro alcance.
Su voz fue adquiriendo velocidad al hablar, al igual que sus sentimientos. Sabía que
estaba cometiendo una indiscreción, portándose incluso como un tonto, pero ahora,
cuando por lo menos tenía a la vista una pequeña victoria, la ira de tantos y tantos años
se apoderó de él. Casi incapaz de hacer cualquier otra cosa, se inclinó hacia delante y
habló rápida y entrecortadamente:
 He estado esperando esta oportunidad; la esperé durante años. He visto cómo usted
y sus plutócratas colegas dé la Liga Polesotécnica se burlaban del gobierno: intrigas,
sobornos, coacción, corrupción, ignorar todas las leyes incómodas, hacer convenios
privados, establecer sistemas económicos particulares, librar sus propias guerras, actuar
como señores en un imperio que no tiene existencia legal pero que se vanagloria de hacer
tratos con otras civilizaciones, avasallar a mundos enteros..., ¡renovando los más crudos
tipos de feudalismo y capitalismo! Esta «libertad» de la que presumís, que vuestra
influencia ha conseguido escribir en nuestra propia Constitución, no es otra cosa que
libertinaje. Licencia para pecar, jugar, caer en el vicio... ¡Y la Liga suministra los medios
para ello con unos beneficios fabulosos!
»No puedo hacer gran cosa acerca de sus negocios fuera de la Comunidad; ni
tampoco, tengo que admitirlo, en cualquier otro sitio que no sea la Luna. Pero esto es un
principio. Moriré feliz si puedo someter a la Liga aquí, dentro de la Federación. Habré
puesto los cimientos para una sociedad más decente en todas partes. Y usted, Van Rijn,
es el principio del fin. Al final ha llegado demasiado lejos. ¡Creo que le he atrapado!
Se volvió a sentar, respirando agitadamente.
El financiero tenía un aspecto impasible. Se tomó un tiempo para abrir una caja de [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]
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